En el sector de Altos de Los Lagos, en Colón, donde las noticias suelen enfocarse en dificultades y problemas sociales, surge una historia inspiradora protagonizada por un cabo segundo de la Policía Nacional. Su nombre es Emir Solís, y gracias a su trato cálido, vocación incansable, sonrisa sincera y conexión especial con los niños, ha logrado algo que pocos uniformados consiguen: ganarse el corazón de la comunidad. Con apenas ocho años de servicio, siete de ellos en la Unidad Preventiva Comunitaria (UPC) de Altos de Los Lagos, Emir no es solo un policía. Para los más pequeños es un amigo, para los adolescentes un guía que les brinda confianza, y para los padres una figura que transmite seguridad y esperanza. A sus 30 años, Emir Solís representa lo mejor del servicio público: un compromiso auténtico, una empatía genuina y una vocación que se manifiesta en gestos sencillos pero profundamente significativos. A veces, solo basta ver su mano extendida para un saludo, un abrazo, escucharle una palabra amable o recibir una visita de seguimiento en los apartamentos para alegrarle el día a un residente de Altos de Los Lagos. Solís se graduó en mayo de 2017 como agente de la Policía Nacional. De inmediato pasó a la estación de Altos de Los Lagos y, desde el 4 de diciembre de ese año, es uno de los fundadores de la UPC en una zona de la provincia colonense donde, según el propio Emir, las cosas no son nada fáciles para las generaciones que allí crecen. “Con la Unidad Preventiva Comunitaria iniciamos tocando puertas. Le mostramos a la ciudadanía la cartera de programas de prevención que ofrecemos. Algunos nos rechazaron, pero otros sí aceptaron. Hoy se ven los resultados y el trabajo realizado”, relató Solís durante un turno de trabajo en el centro educativo de la comunidad, donde, a la hora de entrada, recreo y salida, es prácticamente una figura mediática. Sacrificio para alcanzar su sueño El sueño de convertirse en policía comenzó en su natal Bocas del Toro a principios de la década de 2010, cuando se matriculó en el Centro Educativo Básico General Río Chiriquí, en el distrito de Kusapín. Allí obtuvo su diploma de Bachiller en Ciencias tras recorrer largas caminatas de cuatro horas diarias, dos a la ida y dos al regreso para asistir a clases. Oriundo del área comarcal del corregimiento de San Pedrito, en el distrito de Santa Catalina, Emir recorría la orilla de la playa hasta llegar al sector de Río Chiriquí. La compleja travesía lo obligó a ausentarse de los estudios durante algunos años, tiempo que aprovechó para descansar y trabajar como conductor de botes, con el fin de contribuir a la economía familiar. Con 20 años, en 2015, culminó el bachillerato y al año siguiente, ingresó al Instituto Superior Policial Presidente Belisario Porras (Ispol), en Gamboa. Tomar esta decisión no fue fácil, ya que implicaba alejarse de su humilde hogar, ubicado a cientos de kilómetros en las paradisíacas costas bocatoreñas. “Hoy, nueve años después, me siento orgulloso de llevar el uniforme de policía. Amo mi trabajo y puedo decir que, aquí en Altos de Los Lagos, mis compañeros de la UPC y yo hemos hecho una gran labor en cuanto a la prevención con niños y adolescentes”, comentó Emir. Aunque disfruta su trabajo, también tiene aspiraciones. Actualmente, está a solo dos cuatrimestres de terminar la licenciatura en Finanzas en la Universidad del Istmo, título que espera obtener a finales de este año y así forjar un mejor futuro para él y su hijo.