Panamá se consolidó esta semana como epicentro estratégico en la lucha contra las drogas sintéticas, al reunir a expertos nacionales e internacionales en la Conferencia Internacional de Drogas Sintéticas 2025

El evento, que se desarrolló durante dos días, permitió articular diagnósticos, propuestas y compromisos concretos frente al avance de sustancias como el fentanilo y las metanfetaminas, que reconfiguran el crimen organizado y saturan los sistemas de salud.

El ministro de Seguridad Pública, Frank Alexis Abrego, clausuró la conferencia con un llamado urgente a reforzar los controles fronterizos y revisar el marco jurídico sobre sustancias químicas controladas. “Panamá enfrenta una amenaza creciente como país de tránsito estratégico y hub logístico. El tráfico y desvío de precursores químicos exige respuestas inmediatas”, afirmó.

Durante las jornadas, se identificaron vacíos legales que permiten el ingreso y circulación de precursores sin fiscalización adecuada. Como resultado, uno de los compromisos asumidos fue impulsar reformas legislativas que fortalezcan la clasificación, fiscalización e intervención oportuna de estas sustancias, cuya manipulación clandestina representa un riesgo para la seguridad y la salud pública.

El ministro Abrego advirtió sobre la mutación acelerada de fórmulas en laboratorios ilegales, lo que dificulta la detección y exige inteligencia criminal más sofisticada. Además, alertó sobre el impacto ambiental de estos procesos, cuyos desechos tóxicos contaminan suelos y ríos, generando costos que recaen sobre la ciudadanía.

La conferencia reunió a delegaciones de República Dominicana, Argentina, Colombia, Ecuador, México y Panamá, quienes analizaron las nuevas dinámicas del narcotráfico sintético.

El exdirector general de la Policía de Colombia, Jorge Luis Vargas, calificó el foro como histórico y elogió la iniciativa panameña: “Panamá está haciendo lo que no hicimos con la cocaína: prepararse” y explicó que las drogas sintéticas no requieren grandes cultivos ni extensos territorios.

El evento permitió visibilizar la urgencia de una respuesta regional coordinada. Los expertos coincidieron en que la expansión de estas sustancias desde el hemisferio norte hacia Latinoamérica y Europa exige políticas basadas en evidencia, cooperación internacional y actualización constante de las herramientas legales.

Panamá, al acoger esta conferencia, se posicionó como plataforma de prevención, acción y diálogo global. El país no solo abrió sus puertas al intercambio de conocimiento, sino que asumió un rol protagónico en la construcción de soluciones frente a una amenaza que no conoce fronteras.