Cinco minas antipersonales, explosivos improvisados conocidos como “quiebra patas”, fueron localizadas y destruidas por las Fuerzas Especiales del Servicio Nacional de Fronteras (Senafront) durante patrullajes en el cordón fronterizo entre Panamá y Colombia. Dos de los explosivos estaban cerca de la Base Binacional La Olla y tres en Alto Limón. Fabricados con materiales de uso común, estos dispositivos -propios de estructuras criminales como el Clan del Golfo- buscaban frenar el avance de las autoridades y sembrar terror en comunidades fronterizas. El hallazgo marcó el inicio de una ofensiva más amplia de 350 efectivos de la Brigada de Fuerzas Especiales, que blindaron la zona en el marco del Plan Firmeza y la Operación Centinela. El despliegue golpeó de inmediato al tráfico de migrantes: cinco personas fueron retenidas cuando intentaban movilizar a 33 extranjeros en tres piraguas. Entre ellos, dos presuntos coyotes colombianos, ocho con alerta biométrica y dos vinculados al “Tren de Aragua”, lo que confirma la infiltración de redes transnacionales en los corredores ilegales. La presión también se sintió en el mar, donde El Batallón de Botes Especiales interceptó embarcaciones en La Palma y Jaqué, además de un cargamento en el Caribe. El resultado: cinco panameños capturados y la incautación de 110 paquetes de presunta droga, junto a celulares y radios de comunicación. La ofensiva escaló aún más en el río Membrillo, allí una patrulla enfrentó a hombres armados que respondieron con fuego. Tras el choque, tres panameños fueron capturados con uniforme pixelado, una escopeta, municiones calibre AK-47, pertrechos de guerra y un brazalete del grupo Gaitanista de Colombia, Frente Efraín Guardia, organización criminal dedicada al narcotráfico. Con estos golpes, el Senafront reafirma que la “Operación Centinela” seguirá firme, para garantizar la soberanía nacional, seguridad comunitaria y control efectivo del territorio frente al crimen organizado transnacional.